Constantemente vemos que la conducta del ser humano no refleja sus creencias, o al menos lo que dice creer. Con frecuencia los padres alientan a sus hijos a seguir una serie determinada de reglas y normas, aun cuando los mismos padres no las sigan.
La vida requiere armonía entre pensamientos, palabras y acciones; en el cual cada hecho, desde el más sublime hasta el más pequeño, esté impregnado de sentido y propósito. Así como un libro es la combinación de ideas, y las palabras usadas para expresar estas ideas, nuestras vidas son la combinación de nuestros pensamientos y nuestras acciones.
La relación entre conocimiento y acción es como la relación entre el alma y el cuerpo. Sin el alma, el cuerpo carecería de vida, y sin el cuerpo, el alma sería incapaz de realizar aun sus mejores intenciones. Pero juntos, el cuerpo y el alma forman una unidad formidable. De modo similar, nuestro conocimiento infunde a nuestra conducta de vitalidad, dirección y sentido. Por muy elevados o brillantes que sean nuestros pensamientos, si no están fundamentados en hechos concretos, no pueden por si mismos realizar un solo acto de bondad y belleza.
Recibimos una voluntad libre para enfrentar el gran desafío de unificar nuestros corazones y mentes, nuestros pensamientos y acciones, para crear una unidad dentro de nosotros mismos.
¿Cómo equilibramos la filosofía y sentido práctico?
Reconociendo humildemente que fuimos creados para servir; que el mundo no gira alrededor de nuestro yo, actuando con responsabilidad y coherencia; comprendiendo que cada uno de nosotros forma parte de un esencial plan Divino donde todos somos socios. Aplicando nuestra filosofía a los niveles personales y psicológicos, conectando cada aspecto de nuestras vidas a la Fuente Divina de Luz Infinita.
El objetivo de una persona realmente sabia es integrar su sabiduría a la realidad de la vida diaria, en la manera en que piensa, habla y se comporta.
Debemos saber lo que hacemos, y hacer lo que sabemos. Ser modelos no solo para nuestros hijos, sino para nuestro entorno. Usar nuestra inteligencia para ayudar, viviendo a la altura de nuestro potencial. “Un pequeño talento que se usa es mucho más valioso que un gran talento que se desperdicia.”
- Cuida tus pensamientos porque ellos se convierten en tus palabras.
- Cuida tus palabras porque ellas se convierten en tus acciones.
- Cuida tus acciones porque ellas se convierten en tus hábitos.
- Cuida tus hábitos porque ellos modelan tu carácter.
- Cuida tu carácter porque le da forma a tu destino y ¡tu destino será tu vida!
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