viernes, 2 de abril de 2021

¿Quién es la persona triunfadora?




El triunfo no se mide por la fama o el dinero. Triunfar es lograr armonía en la vida, ser feliz con lo que se hace y se tiene. Una persona triunfadora logra superar sus obstáculos, vive plenamente y sabe valorar su vida y la de los demás.

Quien triunfa nutre sus puntos positivos y trabaja en sus aspectos negativos para ser mejor persona cada día. Su diálogo interno es compasivo, con amor propio y busca la forma de levantar el ánimo cuando las cosas se complican.

Triunfar es haber conocido la gratitud de frente y utilizarla como la llave maestra que abre el corazón, así, se puede conectar más fácil con las personas que la rodean. Es poder ser humilde y luchar por ser mejor.

El carácter del triunfador implica tener fortaleza interna que sirve de armadura emocional para enfrentar áreas grises y sus días difíciles.

Triunfar es enfrentar la vida con ternura y valor. Es poder confiar en sí mismo, sin arrogancia y con seguridad.

La receta: Persona triunfadora

Ingredientes:

  • Confianza en sí misma – Reconoce su valor, cuida sus fortalezas y acepta sus debilidades.
  • Amor propio – Se trata con respeto, conoce sus límites y sus responsabilidades.
  • Gratitud – Agradece lo que tiene, lo valora y se siente privilegiada por lo que tiene.
  • Determinación – Utiliza sus habilidades natas para ser mejor cada día, sin esperar que la elogien.
  • Alegría – Siente una gran felicidad por la vida y la comparte con los que la rodean.

Afirmación positiva de la persona triunfadora:

Amo la vida, la valoro y la disfruto. Cuido a la gente que me rodea y la inspiro a ser mejor. Me respeto y acepto mis límites. Cultivo diariamente mi buen sentido del humor y me levanto el ánimo sin esperar que otros lo hagan por mí. Soy feliz con lo que tengo y con la persona que soy. Le sonrío a la vida, vivo con gratitud y plenitud.

miércoles, 24 de mayo de 2017

Celebrando la vida




  • No transites por la vida tan rápido que olvides, no solamente donde has estado sino hacia dónde vas.

  • La vida no es una carrera sino una jornada para ser saboreada a cada paso que des.

  • Busca en todas las cosas un alma y un sentido oculto. Lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje.

  • No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

  • Tienes motivos más que suficientes para estar alegre si piensas en lo que tienes y no en lo que te falta.

  • Las aflicciones son llevaderas cuando eres rico en fe, en bondad, en esperanza y amor.

  • Acrecienta la alegría con el encanto de las pequeñas cosas, aliméntala con la bondad. 

  • El milagro de estar vivo es por sí solo un gran motivo para estar siempre alegre.

domingo, 22 de enero de 2017

Cuerpo y Alma. Una persona — Dos mundos




El Alma manifiesta la razón misma de nuestra existencia; es la parte de nuestro ser que refleja directamente nuestra conexión con La Luz del Infinito. Aún cuando no es tangible y se oculta dentro del cuerpo, el alma es el tejido mismo de lo que somos. Mientras el cuerpo abarca los aspectos materiales de nuestra vida, el alma abarca lo espiritual.

El cuerpo es impulsado primordialmente por la satisfacción de sus necesidades físicas. Esto no implica que el cuerpo sea malo en sí; no lo es. Fue creado con un propósito y es inicialmente neutro, con un gran potencial para el bien. Pero es el alma la que da energía y guía al cuerpo para actuar de una manera altruista y conectarse con lo divino. El alma es trascendente por naturaleza.

El cuerpo y el alma deben trabajar en armonía. No necesitamos elegir entre uno y otro, indulgencia o abstinencia; debemos fundir cuerpo y alma  usando nuestras capacidades y talentos únicos, y así cumplir de la mejor manera la misión para la que fuimos puestos en la tierra, vivir una vida significativa, productiva y virtuosa, haciendo de este mundo físico un hogar para la espiritualidad y la divinidad.

Llevar una vida significativa equivale a poder atravesar la primera capa, lo material, y conectarse con la energía interior. No es un trabajo fácil, pues el cuerpo opera con instrumentos sensoriales (vista, oído, olfato, gusto y tacto), mientras que el alma, opera en lo suprasensorial (emociones, conciencia, inteligencia, y lo más importante, las fuerzas espirituales subliminales).

Cuando un científico explora las leyes de la naturaleza, se siente llevado a levantar la cortina y ver qué está pasando más allá de los límites de nuestros sentidos exteriores. Cuando un niño desarma un juguete, está buscando lo mismo: el secreto que lo hace funcionar. Esta curiosidad es una marca de la naturaleza humana. Lo mismo sucede con nuestro propio ser. Si no reconocemos todas las fuerzas que nos mueven, incluida el alma, nunca nos comprenderemos a nosotros mismos. Y si no sabemos cómo funciona el alma, no podremos alimentarla correctamente. No importa cuánto tratemos de acallarla y distraerla mediante los goces materiales, su voz siempre se alzará, haciéndonos saber que nos falta alimentar una parte de nuestra vida. Esto puede tomar la forma de ansiedad, desorientación, vacío. Un anhelo de algo más.

El alma necesita ser desafiada y el cuerpo refinado; la tensión entre los dos en última instancia saca a la luz lo mejor de ambos. Es la resistencia misma del cuerpo la que revela la creatividad al alma, mientras que la orientación del alma le permite al cuerpo usar su fuerza para bien. «Un río torrentoso tiene una cierta cantidad de energía, pero cuando se dispone un dique y esa energía es controlada, puede multiplicarse muchas, muchas veces».

Cuando el alma es alimentada con conciencia, generosidad, virtud,  y una conducta refinada, emerge plenamente en nuestras vidas con el calor y la intensidad de una llama real, alzando al cuerpo consigo. Una vez que el cuerpo reconoce el predominio del alma, el cuerpo se vuelve entonces una fuerza que impulsa al alma a un sitio aún más elevado. Esta armonía entre cuerpo y alma se extiende al mundo en general, uniendo el universo entero. La clave del sentido y la felicidad en la vida, entonces, está en nuestras propias manos: comprendiendo la simetría y el ritmo de nuestro propio cuerpo y alma.

«Toda persona tiene un cuerpo y un alma. Es como un pájaro y sus alas. Imagínate que un pájaro no supiera que sus alas le permiten volar; en ese caso, para el serían sólo un peso extra. Pero una vez que bate sus alas, se remonta hacia el cielo. Todos tenemos alas, nuestra alma, que puede elevarnos tan alto como precisamos ir; lo que debemos hacer es aprender a usarlas».

martes, 15 de marzo de 2016

¿Realmente suceden milagros?




Hay quienes consideran que un milagro es simplemente un hecho inesperado o una sorpresa agradable; para otros, en cambio, un milagro es la creencia de que la Divina Providencia ha intervenido sobrenaturalmente en sus vidas. La gente puede estar en desacuerdo sobre si algunos hechos en sus vidas son realmente milagrosos o pueden explicarse de manera natural. Algunos ven los milagros como una verdadera afirmación de la Presencia Divina en sus vidas; una persona más escéptica podría pensar en el milagro como una esperanza poco realista.

Si estamos de acuerdo que un milagro es un suceso benéfico, extraordinario y maravilloso, que no puede ser explicado por las leyes de la naturaleza, entonces debemos preguntarnos: ¿Qué es un hecho natural? ¿Por qué no habría de ser considerado un milagro cualquier hecho natural que nos asombra y nos exalta?

La diferencia entre un milagro y un acto de la naturaleza es sólo la frecuencia. Supongamos que el Sol saliera una sola vez en nuestra vida. Todos correrían a verlo, proclamándolo el hecho más milagroso. Pero como experimentamos la salida del Sol todos los días, lo vemos apenas como otra parte corriente de nuestras vidas.

Hay un rasgo inherentemente humano: nos acostumbramos tanto a algo que, no importa lo extraordinario que pueda ser, lo damos por sentado. Constantemente necesitamos una nueva corriente de excitación que despierte nuestros sentidos. Alguien dirá: “Si yo viera un milagro, entonces creería, entonces cambiaría toda mi vida.” ¿Qué estamos esperando? ¿Qué se abran las aguas del mar? Los milagros están pasando alrededor nuestro a cada momento. ¡Nuestra misma existencia es el mayor milagro! ¿Por qué entonces olvidamos con tanta facilidad que cada persona en la Tierra es producto de un milagro? 

Estamos tan distraídos en la supervivencia diaria, en nuestras responsabilidades y obligaciones, que tendemos a ignorar los milagros que nos rodean. El ruido mismo de la vida ahoga el sonido de lo que debería ser más real para nosotros. No es que no creamos en los milagros; simplemente dejamos de tener tiempo para admirarlos. Ver un milagro significa apreciar lo no común dentro de lo común, lo extraordinario dentro de lo corriente.

Basta con contemplar el asombroso diseño y equilibrio dentro de cualquier familia del reino animal, vegetal y mineral, o la impresionante belleza del cuerpo humano, o la magnífica elegancia del sistema solar. En el panal de una abeja, vemos la eficiencia pura; en el movimiento de las mareas, vemos la naturaleza cíclica del tiempo; en las raíces de un árbol, vemos el instinto de nutrición. El milagro divino de la naturaleza no debe buscarse en sus hechos más raros, sino en su inquebrantable regularidad. Mientras que cada creación del hombre es efímera, cada parte de la naturaleza es ilimitada, permanente, e inexplicable: en una palabra, milagrosa. 

Observemos la computadora que puede procesar enormes cantidades de información en forma veloz y precisa, o el corazón artificial con el que el cirujano puede salvar una vida: ¿Habría la sombra de una duda, en nuestra mente, de que son milagros? Y sin embargo no fueron producidos por ninguna intervención sobrenatural, sino por la mano del hombre, usando habilidades y herramientas únicas para operar dentro de las leyes de la naturaleza. 

Si contemplamos con honestidad nuestra vida, reconoceremos la Providencia Divina en todas nuestras actividades diarias, en los éxitos que hemos logrado, cuando realizamos un viaje, cuando se nos presenta una nueva oportunidad de negocios... Cada momento contiene la posibilidad,  el potencial de un milagro; es cosa de nosotros mantenernos receptivos, revelar lo sublime dentro de lo cotidiano.












domingo, 13 de marzo de 2016

Pensamientos, palabras y acciones




Constantemente vemos que la conducta del ser humano no refleja sus creencias, o al menos lo que dice creer. Con frecuencia los padres alientan a sus hijos a seguir una serie determinada de reglas y normas, aun cuando los mismos padres no las sigan. 

La vida requiere armonía entre pensamientos, palabras y acciones; en el cual cada hecho, desde el más sublime hasta el más pequeño, esté impregnado de sentido y propósito. Así como un libro es la combinación de ideas, y las palabras usadas para expresar estas ideas, nuestras vidas son la combinación de nuestros pensamientos y nuestras acciones. 

La relación entre conocimiento y acción es como la relación entre el alma y el cuerpo. Sin el alma, el cuerpo carecería de vida, y sin el cuerpo, el alma sería incapaz de realizar aun sus mejores intenciones. Pero juntos, el cuerpo y el alma forman una unidad formidable. De modo similar, nuestro conocimiento infunde a nuestra conducta de vitalidad, dirección y sentido. Por muy elevados o brillantes que sean nuestros pensamientos, si no están fundamentados en hechos concretos, no pueden por si mismos realizar un solo acto de bondad y belleza. 

Recibimos una voluntad libre para enfrentar el gran desafío de unificar nuestros corazones y mentes, nuestros pensamientos y acciones, para crear una unidad dentro de nosotros mismos.

¿Cómo equilibramos la filosofía y sentido práctico? 

Reconociendo humildemente que fuimos creados para servir; que el mundo no gira alrededor de nuestro yo, actuando con responsabilidad y coherencia; comprendiendo que cada uno de nosotros forma parte de un esencial plan Divino donde todos somos socios. Aplicando nuestra filosofía a los niveles personales y psicológicos, conectando cada aspecto de nuestras vidas a la Fuente Divina de Luz Infinita. 

El objetivo de una persona realmente sabia es integrar su sabiduría a la realidad de la vida diaria, en la manera en que piensa, habla y se comporta.

Debemos saber lo que hacemos, y hacer lo que sabemos. Ser modelos no solo para nuestros hijos, sino para nuestro entorno. Usar nuestra inteligencia para ayudar, viviendo a la altura de nuestro potencial. “Un pequeño talento que se usa es mucho más valioso que un gran talento que se desperdicia.”

  • Cuida tus pensamientos porque ellos se convierten en tus palabras.
  • Cuida tus palabras porque ellas se convierten en tus acciones.
  • Cuida tus acciones porque ellas se convierten en tus hábitos.
  • Cuida tus hábitos porque ellos modelan tu carácter.
  • Cuida tu carácter porque le da forma a tu destino y ¡tu destino será tu vida!

viernes, 26 de febrero de 2016

¿Y Vivieron felices para siempre?




Crecimos con cuentos de hadas y fantasías de Disney que nos prometían que la magia y el amor jamás acabarían. Todo parecía tan fácil y tan hermoso… 

Estudios realizados en la Universidad de Michigan State muestran que el incremento de felicidad que experimentamos cuando nos casamos dura aproximadamente dos años. Después de eso las personas vuelven a su condición anterior, a su naturaleza feliz o infeliz. 

Mantener encendida la llama del amor y la unión en la pareja requiere de un gran esfuerzo, constancia, dedicación, compromiso, honestidad, gratitud, humildad, responsabilidad, respeto mutuo; más que una emoción y un sentimiento, el amor es un trabajo en equipo de toda la vida. 

La paz en el hogar, no significa la ausencia de conflicto. Paz significa fuerzas opuestas trabajando juntas en armonía, por un bien común. Es una percepción de completitud que permite una vida llena de satisfacción y felicidad.

Las buenas intenciones no son suficientes, haz de tu matrimonio una prioridad. La relación prospera cuando cada uno trabaja para promover el crecimiento de su pareja. 

Debemos apreciar y valorar lo que nuestra pareja tiene para ofrecer, las formas en las que podemos aprender de ellos. Aceptar los puntos de vista y cualidades diferentes como oportunidades de crecimiento y superación. Lo que no debemos hacer es intentar imponer nuestra propia voluntad. Para construir una verdadera relación unificada, tratemos de ponernos en los zapatos de nuestra pareja. ¿Cómo se ve el mundo desde su perspectiva? Mientras más entrenados estemos respecto de la empatía, más significativo será nuestro acto de dar, y por ende, más grande será la cercanía. 

¿Alguna vez te preguntaste cómo inspirarte para amar más? Mira a tu pareja positivamente. Deja de enfocarte en lo negativo. Estima lo maravilloso y encantador que hay en tu pareja. La naturaleza humana es tal que hace que advirtamos lo que nos molesta con más facilidad y que demos lo bueno por sentado. 

El verdadero amor se intensifica a lo largo de la vida. Son los pequeños actos cotidianos de la cercanía los que hacen florecer el amor. Es compartir, cuidar y respetar al otro. Es construir una vida juntos, una familia, un hogar. Cuando dos vidas se unen para formar una, llega un momento en que cada uno se siente una parte del otro, en que cada uno no puede ver la vida sin el otro a su lado.

jueves, 18 de febrero de 2016

Liderazgo — El arte del altruismo




En el maravilloso camino de la vida nos relacionamos con  personas extraordinarias; personas que nos inspiran a cambiar en gran medida la forma de pensar y de ver el mundo. Alguien que nos motiva, que nos enseña a establecernos objetivos en la vida y nos transmite la confianza y el ánimo para alcanzarlos. Personas que nos estimulan desde su inquebrantable espíritu, su radiante energía positiva y su determinación a vivir una vida plena de sentido. Una persona así es un verdadero líder.

Gran parte del liderazgo hoy está lamentablemente desprovisto de la calidad humana. No basta con que los líderes nos enseñen a ser productivos y eficientes; deben educarnos a ser mejores de un modo productivo y significativo.

En nuestra sociedad, tendemos a ver a un líder como una persona bien relacionada, poderosa, carismática o rica. Juzgamos a nuestros líderes por lo que tienen. Pero un legítimo líder debe ser visto por lo que no tiene: egoísmo, arrogancia o interés personal. Un verdadero líder ve su trabajo como un servicio hecho en nombre de un objetivo más alto. “El liderazgo no es poder y dominio; es servidumbre.”

El auténtico líder no busca seguidores, no quiere dominio; quiere la verdad. No impone su liderazgo a otros, ni despoja a nadie de su autonomía. Inspira por amor, no por coerción. Un verdadero líder es un ejemplo vivo de sus enseñanzas, es altruista, íntegro, ético, práctico, valiente, y sobre todo humilde. Los grandes líderes trabajan en equipo impactando la vida de otros; dan una perspectiva nueva ayudándonos a expandir nuestro estrecho campo de visión; están dedicados al crecimiento continuo, y comprometidos a construir relaciones duraderas y organizaciones fuertes. 

Debemos examinar las áreas de nuestra vida en que somos vistos como líderes: dentro de nuestra familia, en nuestra clase o escuela, en el trabajo, en la comunidad... Preguntémonos: ¿Estamos haciendo todo lo posible para influenciarlos positivamente? ¿Estamos usando todas nuestras capacidades y herramientas para ayudarlos intelectual, emocional y espiritualmente? ¿Estamos alentándolos a vivir de acuerdo a su auténtico potencial, para que puedan ser líderes por derecho propio?

Un auténtico líder crea otro y otro, así como la llama de una vela enciende otra y otra, hasta que la oscuridad antes impenetrable se vuelve una luz resplandeciente.